domingo, 24 de junio de 2007

Bunos Track

Wenas, hace bastante que no escribo la continuación de la historia… no se preocupen… pronto… pronto… pero por ahora… uno de los cuentos que estoy preparando… espero que les gusten



SI, NO, TAL VEZ

Dedicado a mi muza
por todos esos momentos
vividos y por vivir.


Era víspera de navidad, cada rincón del Campus se encontraba desolado, uno que otro individuo podríamos observar a sus alrededores; la mayoría, auxiliares encargados del aseo y seguridad.

Pero una figura contrasta con todo el ambiente descrito, caminaba como ido en sus pensamientos mientras avanzaba cada paso; en tiempos aleatorios se detenía para contemplar lo que tuviera en su contorno.

Así paso largo tiempo, de pronto, pareciera que sale del trance y rápidamente empuja un poco su manga para poder apreciar la hora. Da media vuelta dirigiéndose al Cristo de la entrada. Todavía no había llegado.

Los minutos pasaban y cada vez la ansiedad aumentaba, perdí la cuenta de los viajes que hizo entre la entrada al edificio San Agustín, Informaciones y el Cristo. A ratos contemplaba los afiches pegados en el mural, pero no lograba enfocar su atención a éstos; definitivamente tenía la mente en otra parte.

La ansiedad poco a poco se fue transformando en desilusión. De repente siente que una mano se posa sobre su hombro, de un salto da media vuelta.

Ahí estaba, justo en frente se encontraba ella; al instante le pareció ver un verdadero ángel, con sus hermosos cabellos que caían por sus hombros. Lucía una boina oscura, con unos blue jeans, pero lo que más resaltaba era esa polera que se ajustaba a su bella figura, esa cintura que muchos días fueron producto de trasnoches, además le resalto de aquella presencia era el collar que viajaba a través de su piel hasta esconderse bajo la camiseta, si bien no se podía apreciar cual era el dije, pero sabía perfectamente cual era el que cargaba, como olvidarlo, si personalmente se lo regaló hace sólo hace un mes, para su cumpleaños; un pequeño delfín de plata bien particularidad, a través de un movimiento específico, pero casi imperceptible se transforma en un porta foto, donde secretamente le había dejado una nota; hasta el momento, al parecer, no se había percatado de su existencia.

Se saludaron cariñosamente, como si no se hayan visto hace mucho, hace ya tres semanas que habían terminado los exámenes

- ¿Como has estado? ¿Qué cuentas? – enunció él como para romper el silencio.

- Bien, bien; con esto de las fiestas he tenido que andar de aquí para allá, casi no he parado tratando de encontrar algún regalo apropiado para mi hermana y mi madre… cachai que ayer me llega y me dice: “Y como vas… mira que yo ya te tengo un bonito regalo...”

- Mish… una "sutil" indirecta – ríe un poco - ¿Y lograste encontrarle algo apropiado?

- Si, una blusa súper hermosa, espero que le guste… aunque si no, me la pongo yo… jojojo… - sonriéndole picarescamente.

- Así si vale… lástima que yo no pueda hacer eso… primero que todo porque me quedaría tipo peto, además se me vería bien una blusita toda ceñida y sexy… ay!!! si!!! – riéndose un rato, ya que él posee una hermana mayor, pero que es unas 3 tallas menor.

- ¡Vamos! – dijo ella con un poco de ansiedad.

- Acompáñame primero a la biblioteca, es que debo entregar unos libros antes de irme.

- Dale, vamos.

De ésta forma fueron andando lentamente por las aceras del Campus con rumbo a humanidades. Dinámicamente charlaron todo el camino, pero, como al principio, su mente viajaba en dirección opuesta a sus pies.

Sentados en una banca justo a un lado del edificio de educación estaban almorzando los sándwich que se les había entregado hace unas horas, era el día de la bienvenida a la universidad; aún no podían asimilar que pudieron entrar, después de todo un año de esfuerzo, por fin podían gozar de los beneficios. Recuerdos como los de clase de lenguaje, donde no existía día alguno en que la profesora no los haya regañado por andar conversando constantemente, o al rendir definitivamente la PSU, donde la encargada creyó que se encontraba en movidas ilícitas, sacando papeles del estuche; siempre estarán en la memoria de ambos, eran hechos realmente inolvidables, que habían marcado una etapa en sus vidas.

Después de haber recorrido todos los stands y participado de las actividades que la universidad había preparado, agotados llegaron a caer en ese rincón, aquella banca que les otorgó un momento de relax para luego reintegrarse a las siguientes dinámicas.

Mientras conversaban él no se percató que su lata de bebida estaba en una posición “peligrosa”, cuando por fin se dio cuenta, ésta ya se había vertido en su pantalón, parecía como si no hubiese alcanzado a llegar al baño. Esto fue producto de bromas por un largo tiempo, pero no de las personas que lo rodeaban, como para producir una vergonzosa humillación; sino que entre ellos mismo eran los que las hacían, él realizaba actuaciones, poniendo cara entre desesperado y apurado… gratos momentos.

- ¿Me estas escuchando? – Dijo ella al notar que su mirada se había quedado fija en el horizonte, como viendo o no la silla frente a él.

- Eh… si, si… claro que te estaba escuchando – sacudiéndose disimuladamente la cabeza, para que no se diera cuenta que realmente estaba en otra parte.

Así continuaron caminando, demorosamente pasaron frente al Hall y por fin llegaban a terreno de humanidades; si bien ya les gustaba este lugar cuando estaban en clases, ahora con ese plus de soledad su belleza era más pura, como que si tantas personas interfirieran con su verdadera hermosura, con el silencio que los rodeaba, lograron apreciar al cien por ciento su contorno, la distribución del pasto, algo que no habían notado antes. Al recorrerlo con la mirada…

Tendidos en el césped, a un rincón del patio, se encontraban con los libros abiertos, “dispuestos” a estudiar.

- ¿A que hora es la prueba? – dijo él sin ganas de levantarse

- A las seis

- Que lata… pero bueno, sigamos. – Dijo, tomando una guía, pero no leyó ni dos líneas y la dejo caer sobre su cara - ¡Que lata!, voy a dormir un rato, esta rico el pasto, ¿dónde, en ingeniería, se encuentra esto?, y que decir de la tranquilidad.

- Si, es muy diferente acá, como si fuera todo más relajado – Dijo la amiga que los acompañaba en aquella oportunidad.

- Y mira – indicando a un perro que se acostó justo a medio metro de su cabeza – donde habías visto un can con este pelaje – haciendo notar que estaba totalmente brillante y de apariencia limpia.

- Cierto, no hay comparación con nuestros quiltritos de ingeniería…

Las risas inmediatamente brotaron

Esto lo hiso reaccionar inmediatamente, una vez más había estado en trance.

- Te acuerdas de ese día – dijo ella con la mirada fija en la pileta ubicada a un costado del auditorio de historia.

- Como olvidarlo, dime tú, ¿a qué ingeniero se le ocurre venir a tirar monedas a la pileta de humanidades, como si fuera la fuente de los deseos?

- Y se te cumplió lo que pediste – mirándolo pícaramente

- Mmm… Verdad es que no me acuerdo lo que desee en aquella ocasión – dijo tratando de eludir la respuesta; la recordaba a la perfección, pero enunciarla hubiera causado un ambiente comprometedor.

El silencio se apodero de ellos, aquel silencio incómodo en el que cada parte espera ansiosamente que el otro diga algo, cualquier cosa, no importa el tema, con tal de salir de aquel estado de incertidumbre.

- Vamos, que después se nos hace tarde

Ella no respondió por lo pronto, solo dio media vuelta y camino en dirección a la biblioteca, él la siguió y continuaron charlando de la vida.

A un costado de la entrada estaba el buzón, donde dejó caer el libro.

- ¿Nos vamos?

- Espérame, quiero sacar otro para las vacaciones.

Pasaron las credenciales por el torniquete de la entrada y dejaron sus bolsos en los casilleros, luego ascendieron al segundo piso, donde se encontraba la novela que él buscaba.

Cada peldaño que pisaba lo hiso estremecer, como si ya hubiera vivido eso.

En una mano llevaba una bolsa negra con galletas y bebida, les había dado hambre así que salió a comprar algo, y al regresar logró colarlas por la entrada.

Al regresar estaban concentradamente estudiando, comentando ejercicios; al verlo llegar se percataron de la exuberante funda que colgaba de su mano.

- Te trajiste el kiosco!!!... – dijo una, mientras se reía de lo que tenía al frente

- No, nada que ver, solo son unas cuantas gallegas y una bebida. Y… ¿cómo van? – refiriéndose a los ejercicios que las había dejado practicando – Supondré que ya los han terminado.

- Si… claro – dijeron a coro de forma irónica.

- Entonces ¿qué estuvieron haciendo todo este rato? – preguntó mientras se sentaba en su puesto, luego prosiguió a abrir uno de los paquetes, dejándolo en el centro para que todos sacaran.

- Nos estábamos preguntando qué onda tu y… tu cachai… - todas con la miradas fijas de forma acosadora.

- ¿Quién? – Sabía muy bien a quien se refiere, pero en estas condiciones era mejor hacerse el loco.

- No te hagas el que no sabes, se te nota demasiado… por lo menos hazlo piola – el interrogatorio continuaba.

- Aaaaah… ella – tratando de hacerse el que no sabía de que hablaban antes. – No nada, que va a pasar.

- Pucha… ponte las pilas… y… ¿Sabe por lo menos?

- Bueno… sí… pero no me ha dicho nada al respecto.

En eso se acerca una de las personas que también se encontraba estudiando en un rincón. Estábamos hablando muy alto, y necesitaba concentrarse, por algo estaba en una biblioteca, así que dejamos el tema a medias y volvimos a nuestros libros en silencio.

- ¿Es éste? – En la mano tenía un libro grueso, de unas 700 páginas.

- Sí ese mismo, ahora si vamos… antes que lleguemos tarde – el comentario anterior lo logró bajarlo de la nube en la que viajaba.

Tomó el libro, lo registró, tomaron sus cosas y salieron de ahí rápidamente. En el camino de vuelta no hubo tiempo para pararse a recordar algo, estaban atrasados, la película empezaría en cinco minutos, por suerte era en el cine que estaba a dos estaciones de ahí. Corrieron ágilmente hasta llegar a la boletería del metro, que para mala suerte él tenía que cargar su pase… llegaron al andén y el tren acababa de arribar.

Después de un rato… por fin llegaron al cine, él compró las entradas y entraron. La película todavía no empezaba, estaban recién en los trailers de los próximos estrenos, se sentaron y comenzaron a observar.

Pasaron unas horas y el films ya había culminado, después de ello estuvieron un rato jugando en las máquinas y comieron algo… el ambiente era genial, risas iban, risas venían, sin lugar a dudas ese día también quedará en la memoria por mucho tiempo más, pero como todas las cosas, llega el final, aquel momento que en situaciones en que lo pasas bien, llega tan rápido… Tomaron el metro, tenían que llegar temprano a sus casas.

- Gracias, lo pasé súper bien – dijo ella mirándolo fijamente, provocando que él se ponga nervioso.

- No hay problema, habrá que repetirlo más seguido…

- Pero claro… oye, no me has contado; y ¿cómo te va con esa niña que te gusta?

No esperaba que se lo preguntara, así tan de repente; los pelos se le erizaron, no sabía que contestar… pero tenía que idear algo, y pronto; su mirada estaba fija en él, la sentía. La sentía como si un gran peso se le haya puesto en la espalda… “Rápido, rápido, el tiempo corre, responde”, se decía tratando de idear algo desesperadamente.

- Soy un cobarde, pensaba declararme hoy, pero al final… - fueron las únicas palabras que su boca logró modular, fue lo primero que se le ocurrió.

- Ah, ¿la viste esta mañana?... mish, te lo traías guardadito

¿Qué podría hacer? Podría seguir mintiendo, y salvar la situación para luego tratar de llevarla por otro camino, o también podría llegar y decírselo de una vez, cual era la diferencia, ¿por qué siempre se hace tan difícil ésta última?…

Esta vez se estaba demorando más de lo esperado, ya ella había comenzado a prepararse para poder bajarse en la siguiente estación, donde vivía a sólo tres cuadras de ahí.

La situación se comenzaba a tornar crítica, estaba contra el reloj, el tren comienza a llegar al andén, estaba frenando… Tenía que tomar una decisión, el tiempo se le acababa, estaba consciente que podría pasar a formar una de las tantas oportunidades que tuvo para decírselo y desaprovecharla una vez más.

Justo cuando se iba a despedir…

- Si… la tengo justo al frente – por fin lo había dicho, mirándola a los ojos.

¿Qué pasaría ahora?, era una de las miles preguntas que daban vueltas por su mente en aquel momento, lo había dicho, ahora solo quedaba esperar el veredicto del jurado.

Se quedó quieta, las puertas se abrieron detrás de ella, no hiso más que salir por ahí, sin despedirse, sin siquiera hacerse la que no había escuchado, simplemente… se fue.

Estaba destrozado, todos sus sueños habían desaparecido, recriminaba el porque tuvo que decirlo en ese momento. Ahora como podrá volver a darle la cara, todo cambiará… Apoyado en la baranda, sentía como si poco a poco comenzaba a hundirse.

- Piiiiiiih!!! – El timbre que indicaba que las puertas se cerrarían, comenzó a sonar; ahora sí que estaba perdido.

Las puertas comenzaron a juntarse, al parecer, a una señorita se le había quedado atrapada su cartera entre las portezuelas. El tren comienza a andar.

Levantó la cabeza, era ella, había regresado; con un ágil movimiento, ella se zafó del pasador de su cartera, dejándolo atrapado, sin importarle en lo más mínimo; se acercó a él, una lágrima corría por la mejilla de ambos y dijo:

- Creí que no era correspondida – Agachando la cabeza de vergüenza

- Tan, tan, tan, taaaan, taaan – Comenzó a sonar la alarma del celular.

Esto lo hiso despertar de una sola tonada, estiró la mano y lo apagó a tientas. Se dejo caer en la almohada… una sonrisa se le dibujó en su cara al recordar lo que había soñado, cada imagen que pasaba por su mente lo hacía más feliz, pero era sólo un sueño, todo era producto de una mala jugada de su mente; de hecho no representaba su actual realidad, sino todo lo contrario. Por cada segundo que lo meditaba, más y más comenzaba a sentirse desanimado… rápidamente los frames del día anterior invadieron sus sentidos…

El grupo se encontraba jugando bolos en el mall cercano a la Universidad, las risas iban y venían; entre los asistentes también se encontraba el pololo de una de ellas, y estaba causando sensación el hecho de que lleve cinco chuzas!!!... “pobre de ella”… decían y comenzaban las carcajadas.

En un rincón, aislados de la tropa, estaban los dos conversando… él le dio muchas vueltas al asunto, paso de rama en rama tratando de buscar una salida por alguna parte, estaba a punto de decirle que le gustaba, que todo el tiempo que han convivido han sido los minutos más maravillosos de su existencia. Había estado horas tras horas, pensando cómo se lo podría decir; algunos amigos le aconsejaban que un día se la rapte y le de un beso, si reacciona bien, felices ambos; en caso contrario, saliste de la duda… Era una solución drástica, además no le agradaba la idea de pasarla a llevar; así que decidió quedarse con la antigua medida; pero lamentablemente no resulto lo que él esperaba, solo recibió un: “Lo siento, en estos momentos me gusta alguien más y no podría engañarte así…” parte de él comprendía a la perfección lo que quería decir aquellas palas, pero la otra se rehusaba a perder esa ilusión… al final terminaron despidiéndose y cada cual se fue por su lado… él, en cambio, prefirió quedarse dando vueltas, meditando un rato antes de llegar a su hogar, debía cambiar la cara antes de hacerlo…

Aquella frase le siguió dando vueltas… no hallaba la forma de sacársela de la mente. Se echó nuevamente en la cama, cerró los ojos tratando de dormir, pero las imágenes volvían rápidamente, trató de cubrirse con una almohada; intentando, figurativamente, de escapar de su propia conciencia, como era de esperar, no lo logró.

Entre tanto, no se percató que algo había golpeado a su ventana, ventana ubicada en el tercer piso del edificio, es decir, no llegó por simple casualidad.

Toc!!!. Volvió a sonar el vidrio, esta vez parecía que la piedra fue un poco más grande, ya que logró hacer sonar todo el ventanal…

Él, extrañado, se incorpora de su cama, corriendo la cortina y dejando a la vista una pequeña figura, no lograba distinguir nada… Rápidamente, busca sus lentes y se volvió a asomar; no podía creer lo que sus ojos veían… Era ella